Transformación del entorno



A partir de 1872, Mejillones y Antofagasta crecieron en forma espectacular gracias a Caracoles. Ambos poblados desplazaron rápidamente a Cobija del sitial al que había llegado en los inicios de 1871; Mejillones, debido a sus mejores condiciones portuarias, y Antofagasta, por la influencia que ejerció la Compañía de Salitres.




Cobija elevó innumerables peticiones al gobierno boliviano para que la favoreciese como punto de entrada al mineral, explicando en estas solicitudes que, al permitirse el desarrollo de los otros dos puertos, se impedía la “bolivianización” de la zona y se favorecía a los extranjeros. Todo fue en vano. La preferencia del tráfico de Caracoles por Mejillones y Antofagasta no se pudo detener ni aún cuando una de las casas comerciales de Cobija. J.J. Aguirrezabala y Cía., comenzó la construcción de un camino carretero hacia el mineral. Cobija, a pesar de ser la capital del departamento Litoral, no logró ser el Puerto de Caracoles y ello marcó el inicio de su ocaso.



El mineral se había convertido, a fines de 1872, en una significativa plaza comercial que importaba una gran cantidad de insumos: como consecuencia, la disputa entre los otros dos puertos del departamento Litoral, Mejillones y Antofagasta, se hizo intensa. Con base en las disposiciones acordadas en el tratado de límites de 1866, el gobierno boliviano favoreció con diversas franquicias a Mejillones, pero aunque ese poblado era, sin lugar a dudas, el mejor puerto de la zona, el camino hasta el mineral presentaba graves inconvenientes:



“… no hay agua en este trayecto, [de Mejillones a Caracoles] y… es aún peor que el de La Chimba [Antofagasta], porque no se encuentra ni el agua salada que hay en la otra ruta. Toda empresa de carretones o tropas, tiene que conducir el agua consigo; esto es demasiado costoso y embarazoso para un tráfico algo irregular,… otro inconveniente serio con que se tropieza en este camino, es el médano que se extiende por una distancia bastante considerable…”.



No obstante la manifiesta superioridad del puerto de Mejillones respecto de Antofagasta, éste le disputó victoriosamente la salida de los minerales y el abastecimiento de Caracoles, por sus mejores caminos al mineral y por estar amparado por la Compañía de Salitres. En 1870, Antofagasta permanecía en un estado rudimentario; las únicas construcciones eran los depósitos de salitre de la empresa Milbourne, Clarck y y Cía., y las habitaciones de sus empleados. Iniciada la explotación de las minas de Caracoles y descubierto, en 1871, un camino que unía al mineral con el puerto, comenzó su rápido crecimiento. En efecto, Francisco Bascuñán Alvarez y Justo Peña, dueños de más de cien barras de minas en Caracoles, retornaban a la costa para tomar contacto con su socio principal, pero en vez de hacerlo por la ruta conocida que era demasiado larga, decidieron no volver por Cobija. Después de descender la serranía, siguieron el rumbo del lecho de un río seco que terminaba en el salar del Carmen y se encontraron con las oficinas de la Compañía de Milbourne y Clark.



A mediados de 1871, el camino carretero destinado a enlazar Antofagasta con el Salar del Carmen estaba ya concluido y la referida empresa lo prolongaba hacia el interior para facilitar la explotación de terrenos salitrales descubiertos en Carmen Alto y Salinas. Este camino fue cedido por la compañía para el uso público y, de este modo, se estableció un tráfico regular entre el mineral y el puerto. Las carretas que salían de Caracoles se dirigían a Salinas, en vez de hacerlo a Calama. Desde allí seguían hacia Antofagasta, haciendo paradas en Cuevitas, Mantos Blancos y el Salar.



Antofagasta se convirtió en el punto de partida de mineros, aventureros, comerciantes y especuladores quienes, en migración permanente, se dirigían a Caracoles. Con ellos, llegaban en los vapores, víveres, maquinarias, carretas, etc. El incremento de la actividad portuaria llevó al gobierno boliviano a elevar de categoría a Antofagasta, que pasó de caleta a puerto menor, en mayo de 1871. El representante de Chile en Caracoles informaba que “las dos terceras partes de lo importado desde el descubrimiento de Caracoles hasta la fecha, ha pasado a este mineral por Antofagasta”.



Uno de los negocios que alcanzó mayor prosperidad fue el de las empresas de carretas. Estos vehículos se traían en gran número de Caldera y Valparaíso, o se fabricaban en Antofagasta en la maestranza de Eduardo Orchard. Las grandes empresas, como Dorado Hermanos, tenían perfectamente organizado su servicio de movilización y transporte. Una caravana de doce a quince carretas formaba un “retazo”, y cada uno hacía su viaje al mineral sujeto a un itinerario fijo y bajo las órdenes y vigilancia de un capataz.



Caracoles potenció una enorme zona. Poblados como Calama, Chiu-Chiu, Chacance, San Pedro de Atacama, también se vieron beneficiados con el desarrollo del mineral, pues éste “atrajo al litoral una población de 20.000 almas en un corto espacio de tiempo…y todo el territorio tuvo vida propia”. Antofagasta fue indudablemente el poblado más favorecido con el trabajo minero de Caracoles, convirtiéndose prontamente en el principal puerto de la zona y en uno de los focos de la inversión chilena en el exterior.



Fuente: Boletín Minero, Sonami.